No se quién soy, ni de dónde vengo, ni hacia dónde voy...

lunes, 31 de enero de 2011

Siento, luego existo...

Decia unos de los hermanos Marx que dudaba de la existencia de vida inteligente en otros planetas pues no la habia encontrado en el suyo propio. Sus dudas acerca de la inteligencia del hombre no eran del todo infundadas. Muchas veces sobrereaccionamos de forma exagerada o mostramos cantidad de prejuicios sin base logica alguna. Otras sencillamente obramos tirando piedras a nuestro propio tejado para protegernos de situaciones que no entrañan peligro alguno. No es de extrañar que alguien ponga en duda el raciocinio de nuestra especie. ¿Somos simples animales? ¿O nuestra inteligencia muy por encima de la media del reino animal nos eleva a otra categoria? La respuesta es no a ambas preguntas.
El hombre es un animal racional. Lo que no sabe mucha gente es que la cronologia de la anterior frase es totalmente literal. Cuando llega nueva información al cerebro, este la procesa, tal cual programa de identificación de huellas, intentando detectar situaciones parecidas con las que poder sacar conclusiones rápidas de una forma totalmente inconsciente. Basicamente se trata de un mecanismo de defensa que nos hace saltar las alarmas incluso antes de que hayamos podido interpretar los hechos. Muchas veces hemos sentido miedo, ira o felicidad por cosas o situaciones sin saber muy bien el porque. Sentimos antes de pensar porque nuestro cerebro ha sido construido a partir de un sistema operativo antiguo al cual le hemos incrustado la racionalidad a la fuerza. Y como le pasa al Windows con el MS2, los fallos en el sistema estan a lo orden del dia. De nosotros depende entender lo que sentimos para que seamos nosotros y no nuestros miedos quien nos gobiernen.

Aportación de Luis Pelillos AlaMar.

martes, 4 de enero de 2011

Que les dejo este año???


A mi casa ya no vienen los Reyes. Siempre les dejo unas copitas de buen licor, unas limaduras de un buen chorizo o un quesito muy rico, un par de trocolas bien liadas con hierbas de oriente pero ni con esas vienen los muy cabrones. Puede que no haya sido muy bueno desde hace algún tiempo, pero uno tienes sus fallos, como todo el mundo. Otra razón puede ser que me hayan dejado olvidado y ni se percaten de mi existencia. En tal caso puede que sea un Don Nadie y mi existencia tan ridícula que ni los reyes saben de mí. Y la última razón, y la que más me preocupa, es que me consideren muy mayor para andar con gilipolleces. Eso, y las entradas que afloran por mi cabezota   me dan mucho que pensar.
Descarto lo de ser malo, conozco a muchos muy parecidos a mí, y por sus casas tampoco pasan los reyes y la verdad, para nada son malas personas, sino todo lo contrario. Todos buscan hacerse un hueco en un pueblo intentando no molestar a los demás y sin que el sheriff nos joda. Todos nos levantamos temprano para agarrar nuestro puñadito de euros  y vamos improvisando a ver qué cojones pasa, mientras poco a poco vamos descubriendo cosas de este poblado que cada vez nos gusta menos y nos cabrean más y más cada día. Aún así, aceptamos las reglas del juego, aunque ya no creamos en ellas y seguimos improvisando.
Entonces, ¿qué pasa? ¿Por qué estos marranos se olvidan de nosotros?
Yo la verdad que no pido mucho. Al despertar el día 6 me podía encontrar un mapa con una cruz marcando el tesoro, pero, con que me dejen una pista de por dónde anda ese hueco,  me vale. También pido que se acuerden de todos esa gente que conozco y a la que hace bastante que no visitan. Pido para ellos lo mismo que pido yo porque les gustará y ellos lo merecen. También pido encontrar todo lo que perdí de una forma u otra y que no logre encontrar ni recuperar. Lo mismo pido que dejen en casa de todos estos amigos. Esto último quizá sea pasarse, pero por si cuela, ¡y qué coño! ¡Nos lo merecemos!
Veremos qué pasa el día 6. Por si acaso intentaré ser un poquito más bueno a ver si al año que viene se acuerdan de mí. No me fiaré de estos tres personajes, y seguiré cabalgando, con las pistolas cargadas y el sombrero  puesto para evitar que nos queme el sol del desierto, tal vez un día, encuentre ese lugar que busco. Tal vez, un día lo encontraremos todos.