No se quién soy, ni de dónde vengo, ni hacia dónde voy...

domingo, 27 de marzo de 2011

Otra Colaboración de Luis!!

Y el blanco de sus ojos transparentó haciendo de sus miradas ventanas donde ver nadar las ideas del otro. Se sintieron tan desnudos de miedos y cargados de verdades que la situación colapsó en una compartida sonrisa que irrumpía como un terremoto a lo largo de sus rostros. Mientras en el transcurso de esos breves segundos, un sentimiento eléctrico emergió fugaz, como marabunta voraz, dejando tras su paso la piel de gallina. El mundo se deprimía por momentos, todas las endorfinas se agolpaban en sus cerebros. De repente, la tormenta se desató y el rictus de ella cambio posando su mirada sobre sus pies. Inmóvil, como un barco varado en una playa en calma, rezumaba miedo y vergüenza por cada uno de sus poros. Él, apenas tuvo tiempo a reaccionar cuando la tierra se abrió entre ellos creando un inmenso y negro abismo del que manaba un ensordecedor timbre. Gritar era poco menos que soplar en medio del huracán… estaba sonando el despertador y él abrió los ojos, tal cual búho, sudoroso y angustiado por la mala jugada que su mente le había hecho pasar. Y por un instante olvido que cualquier pesadilla era mejor que la realidad de su día a día. Su cama se había hecho larga como una hora sin aire. Ella ya no le esperaba legañosa al otro lado del reino de sabanas que habían construido sobre el nido de sus deseos. Pensarla era un suplicio y tras cada pestañeo venían a su mirada excusas con las que recordarla. Se había ido para siempre y lo que más dolía no eran las mentiras o los cuernos. Ni tan siquiera el martilleo constante de las preguntas sin respuesta. Lo que más dolía era tener que dejar de quererla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario